EDUCACIÒN

Es necesario realizar un enorme trabajo para darle un vuelco a la educación en este país.

El sistema educativo está fallando, al mismo nivel que la justicia.

Si de ambos se mantiene una mínima parte en pie es debido al esfuerzo de los héroes anónimos descritos en un capítulo previo.

El sistema establecido por la clase política ha sido un continuo fracaso, a pesar de haber sido sometido a reforma tras reforma.

La primera medida tiene que ver con las personas, como en el caso de la justicia.

Se debe eliminar cualquier acceso a la enseñanza por la vía de la oposición.

Ahora mismo, probablemente, más del noventa por ciento de las personas que se presentan a una oposición lo hacen con la esperanza de tener en el futuro un trabajo fijo, de donde no puedan ser despedidos.

Prácticamente ninguno posee lo que se llama vocación, y ésta es muy importante para cualquier oficio.

Las personas que acceden por la vía de la oposición pueden ser estupendos empollones, afortunados, desesperados, pero nada de eso sirve para el propósito posterior.

Lo que hacen falta de verdad son maestros vocacionales, preparados, tanto intelectualmente como humanamente.

Ya existe la carrera de magisterio. Deprimida, enflaquecida.

Démosle vida, creamos en ella, potenciémosla.

Empecemos creando especialidades que cubran cualquier espectro de enseñanza.

Démosle luego a aquellos que la aprueben la posibilidad de integrarse en la enseñanza de manera adecuada, mediante unos años de aprendizaje en el aula junto a tutores experimentados.

¿En manos de quién queremos dejar a nuestros hijos?

Esto es muy importante.

Establecer el camino que permita que el tanto por acierto de elección sea muy alto.

Igualmente debemos dejar una puerta abierta a la experiencia.

Igual que en el caso de la justicia, yo crearía un máster para aquellos profesionales que con más de diez años de experiencia profesional, deseasen incorporarse a la enseñanza.

Igualmente, sus prácticas estarían guiadas por tutores.

Al finalizar este proceso, compatible con la asistencia a un trabajo, se incorporarían a la enseñanza plenos, como seres humanos desarrollados preparados para formar a las generaciones del futuro.

El siguiente paso sería revisar los contenidos de los planes educativos.

Es muy importante formar personas, no sólo números.

Yo eliminaría todos los intentos burdos de manipulación ética o moral que diversos gobiernos han intentando, y establecería una asignatura denominada “convivencia”.

En ella no se enseñarían cosas que puedan agredir a determinados colectivos, tal y como sucede ahora mismo.

Se enseñarían conceptos que nadie puede discutir como cuidar a las personas mayores, respetar las leyes, comprender y aceptar las normas, la participación en democracia, el ayudar a los demás, etc.

La religión saldría del ámbito de las escuelas públicas.

Cualquier Iglesia legal puede predicar su evangelio, y enseñarlo, pero en el ámbito que le corresponde, sus edificios, sus escuelas, sus centros.

La educación no puede estar sometida a reforma tras reforma, a debate tras debate, a intereses partidistas como lo está ahora.

La educación necesita un consenso.

Debido a que los políticos que hoy nos representan, de cualquier partido, son incapaces, no sólo de lograr este consenso, sino de la mayoría de los atributos que se les presuponen, es vital el establecimiento de la democracia participativa.

A nivel de recursos, el estado debe dotar a los centros de los medios precisos, facilitando la labor de los profesores.

Es indignante ver centros escolares en estos tiempos donde los estudiantes se hallan apiñados, sin espacios donde disipar sus energías haciendo deporte, sin medios.

El estado actual de la educación es sólo el reflejo de los políticos vergonzantes que ahora tenemos.

En resumen, la educación debe servir para formar futuros valores para la sociedad, y seres humanos equilibrados.

¿Quién no desea esto para sus hijos?

Pues entonces empecemos ya, no podemos esperar ni un minuto.

A LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

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